La convivencia entre estudiante de intercambio y familia anfitriona es una experiencia enriquecedora para todas las partes. De sus ventajas, hablaremos en otro post.
Ahora me gustaría centrarme en cómo resolver los problemas que puedan surgir durante la estancia de vuestro estudiante de intercambio en casa.
Si seguís estos consejos, convertiréis los problemas en aprendizaje mutuo:
1. Las cosas claras... y el chocolate espeso.
Desde el minuto uno que llegue a vuestra casa, dejadle claro cuáles son las normas de casa. No me refiero a quién saca la basura, o quién pasea al perro (que eso también).
Me refiero a vuestras costumbres. Sí, esas normas tácitas que, aunque no se digan, constituyen la base de la armonía en la convivencia.
Por ejemplo, si cada miembro tiene un lugar asignado en la mesa para comer. O a la madre le gusta ver la televisión en el sofá de enfrente y nadie más puede osar a sentarse ahí. Si la toalla del baño situada detrás de la puerta es la del padre y no se usa para secarse las manos. Se me ocurren muchos más ejemplos.
Hablad todo esto con vuestro/a estudiante. Desconocen completamente cómo funciona el mecanismo interno familiar. Dejad cada detalle claro.
2. ¿Lo has comprendido? Sí, sí (pero no, no)
Puede ser que, después de haberos animado a compartir el decálogo de reglas con vuestro/a estudiante, veáis que hace caso omiso a lo dicho. «¿Pero es que no se ha enterado? Si me dijo que sí cuando le explicaba todas las normas…».
En muchas ocasiones, el/la estudiante os dirá que sí a todo, pero en realidad no se ha enterado ni papa. ¿Cómo saber si le ha llegado el mensaje correctamente? Pedidle que os lo repita en español. Lógicamente, le será imposible reproducir el mensaje si no lo ha entendido. Con mucho cariño, paciencia y comprensión, sabréis transmitirle el mensaje para que termine entendiéndolo.
3. Libertad, libertad, sin ira, libertad
No me malinterpretéis, no significa que vuestro/a estudiante viene a España con ganas de fiesta y de emborracharse. Esto no es Magaluf. Su objetivo y su misión es adaptarse a vuestras costumbres del hogar, a descubrir la cultura, a ser un miembro más de vuestra familia.
Sin embargo, también necesita su espacio especialmente al principio. Viene saturado/a de tanta información, tiene que digerir muchos cambios, aceptar un nuevo estilo de vida.
Por eso es importante que le dejéis algo de autonomía y libertad si necesita estar en su cuarto para descansar. Seguro que cuando se recupere, tendrá energía para pasarla en vuestra familia.
4. Esto no me gusta como lo hace, pero no se lo voy a decir, vaya a ser que le duela
Error, error y otra vez error. Si hay algo que no os guste que lo haga, no pretendáis que vaya a adivinar que os molesta. Habladlo abiertamente. No tengáis miedo a sacar el tema.
Aprovechad un momento de distensión, de buen rollo para acercaros a hablar. No hay que reñir, no hay que gritar. Solo hay que comunicar el mensaje de forma cariñosa y con sentido del humor. Eso no le duele a nadie. Al contrario, os agradecerá que os abráis y seáis sinceros con el nuevo miembro de la familia.
Estoy segura de que si seguís estos consejos, si utilizáis el sentido común y, si os ponéis en el lugar de vuestro/a estudiante, vais a vivir la mejor de las experiencias.